El rincón de las conversaciones

Juana Rivas está en mi casa

 

La última  vez que vi a mi madre con mi padre mis pies recorrían el pasillo de arriba abajo. Los gritos de mi padre  se confundían con los gritos de mi madre, que acabó metida en la cocina, sentada en una silla, su único apoyo para soportar el mundo que se le venía encima: ¡mi padre está furioso! Lo sé porque a mí también me ha faltado ese apoyo y lo he buscado debajo de la cama, donde nadie me ve pero yo les intuyo; sin atreverme a respirar para que mi madre no se dé cuenta de que estoy tirado en el suelo cogiendo frío.

Pero mi madre sabe en todo momento dónde estoy yo porque cuando a voz en grito mi padre dice que mi hermano y yo nos quedaremos con él, me llama su furia gritando algo parecido a mi nombre. Mi madre me saca de debajo de la cama tirando de un brazo.

Hoy he conseguido quedarme quieto más tiempo que nunca. He dado muchas vueltas alrededor de mí mismo para ver a mi madre y a mi padre muchas veces. Cierro los ojos y todavía les veo cuando mi madre se ha marchado dejándonos solos a mi padre y a mí. Me he quedado quieto pegado a la cortina de la ventana, viéndolos todavía. Llamo a mi padre. No viene. Me doy cuenta de que me he quedado solo y siento terror; miedo a darme la vuelta y que me devore cualquier terror infantil. De repente, entra mi madre; oye mis lloros y viene hacia mí. Mi madre siempre sabe dónde estoy yo y cómo estoy. Mi madre es Juana Rivas. Y mi hermano y yo estamos con ella. 

 

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